COMENTARIO DE TEXTOS POÉTICOS


Realizaremos un comentario de texto comparando un poema renacentista y un poema barroco. Los textos que podemos leer aquí usan la misma referencia mitológica, la transformación de Dafne al ser perseguida por Apolo. De entre los tres textos elige dos para contraponer el distinto tratamiento de una referencia común, así como la estética renacentista frente a la barroca.

El comentario lo entregaremos el lunes 13 de mayo en papel o por correo.

Entre otras posibles documentos como las obras de Garcilaso y de Quevedo, podréis consultar distintas páginas respecto al tratamiento del tema, como la siguiente:

https://elbohemiodehojalata.wordpress.com/2014/04/28/mito-de-apolo-y-dafne-de-ovidio-a-quevedo/



A Dafne, huyendo de Apolo
«Tras vos un alquimista va corriendo,  
Dafne, que llaman Sol ¿y vos, tan cruda?
vos os volvéis murciégalo sin duda,
pues vais del sol y de la luz huyendo. 

Él os quiere gozar a lo que entiendo
si os coge en esta selva tosca y ruda,
su aljaba suena, está su bolsa muda,
el perro, pues no ladra, está muriendo. 

Buhonero de signos y planetas,
viene haciendo ademanes y figuras
cargado de bochornos y cometas.» 

Esto la dije, y en cortezas duras
de laurel se ingirió contra sus tretas,
y en escabeche el sol se quedó a oscuras. 
Quevedo

A Apolo siguiendo a Dafne
Bermejazo platero de las cumbres
a cuya luz se espulga la canalla:
La ninfa Dafne, que se afufa y calla,
si la quieres gozar, paga y no alumbres. 

Si quieres ahorrar de pesadumbres,
ojo del cielo, trata de compralla:
en confites gastó Marte la malla,
y la espada en pasteles y en azumbres. 

Volvióse en bolsa Júpiter severo,
Levantóse las faldas la doncella
por recogerle en lluvia de dinero. 

Astucia fue de alguna dueña estrella,
que de estrella sin dueña no lo infiero:
Febo, pues eres Sol, sírvete de ella. 

Quevedo


Soneto XXIII
A Dafne ya los brazos le crecían 
y en luengos ramos vueltos se mostraban; 
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían;

de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aun bullendo 'staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía  
este árbol, que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba! 
Garcilaso



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